Éricka carrera es una atleta de deporte extremo y ya no le teme a nada. De su padre piloto heredó el gusto por la adrenalina y de su mamá encargada de la parte contable de la empresa familiar, el cuidado por los detalles y el autocontrol.
La guayaquileña con rostro angelical mide 1,55 m pero cuando toca el agua su cuerpo parece extenderse y confundirse con la inmensidad del mar.
Son las 6h30, el sol ilumina poco a poco la piscina del Club Diana Quintana. Ya es hora para que Éricka empiece su entrenamiento. Nadará 2.000 metros y luego complementará su entrenamiento con crossfit y yoga. Hace siete años que la joven atleta descubrió la apnea gracias a su esposo Kelvin Luk (más conocido como Shody) y se enamoró de este deporte.
“Siempre fui deportista pero tenía demasiada energía para practicar solamente natación o vóleibol. Buscaba un deporte que me canse física y mentalmente, cuando probé la apnea no la solté”, recuerda la apneísta que vivió en Australia, Estados Unidos y Galápagos.